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Obras ganadoras del “Concurso Sant Jordi MGC Mutua”

Estamos viviendo un Sant Jordi especial y muy diferente a otros años. ¡Mucho! Por eso diseñamos este “1er Concurso Literario Sant Jordi MGC Mutua”, para promover la creación literaria en catalán y en castellano entre nuestros mutualistas, con poemas y relatos breves que fueran una vía creativa para expresar las emociones que nos genera esta situación tan delicada que vivimos.

¡El resultado ha sido magnífico!

Queremos felicitar a todos los participantes por la calidad de sus escritos y la gran capacidad de expresar y transmitir sus emociones y sentimientos. Hay que destacar, además, la gran fantasía y creatividad de todas las obras, y en particular las de los más pequeños. ¡Nuestra más sincera enhorabuena!

A continuación podéis leer y disfrutar de las obras ganadoras de las categoría infantil (“Un niño da su vida por su familia”), juvenil (“Anhels i esperances” i “Mamà menja’t les verdures”) i adultos (“Carta anònima d’una iaia”).

Un niño da su vida por su familia

“Había una vez un niño que dio su vida por su familia. Sus padres nunca podían quedarse en casa…” Seguir leyendo aquí

(Daniela Agudelo Bonilla, 8 anys)

Anhels i esperances

La diada, nostra festa més preuada
em deixa avui una estampa ben angoixada,
Sant Jordi no s’acosta,el veig molt llunyà,
veig les roses amb espines,
que ploren dolor i soledat.

Fuig de mi, malson infame!
No és aquest el meu desig
un Sant Jordi com tocava,
em faria més feliç.

Un Sant Jordi confinat,
barra el pas a la llibertat
On és el conte de princeses, dracs i cavallers
que sempre ens han explicat?

Vull canviar aquesta història,
i acabar amb un fet viral,
tinc anhel d’abraçades, d’amics i companys
que tots des de casa eviten menys danys.

Ja veig la rosa sense espina,
a Sant Jordi veig arribar,
si un cavaller s’acosta,
vol dir que tot ja ha passat.

Un llibre per disfrutar,
una rosa per olorar,
què més es pot demanar?
Un Sant Jordi que per fi ha arribat.

(Marta Grimal Visiedo, 12 anys)

[Anhelos y esperanzas La diada, nuestra fiesta más preciada/me deja hoy una estampa bien angustiada,/San Jordi no se acerca,/lo veo muy lejano,/veo las rosas con espinas,/que lloran dolor y soledad. /¡Fuera de aquí, pesadilla infame!/No es este mi deseo/Un Sant Jordi como tocaba,/me haría más feliz./Un Sant jordi confinado,/impide el paso a la libertad/¿Dónde está el cuento de princesas, dragones y caballeros/que siempre nos han explicado?/Quiero cambiar esta historia,/y acabar con un hecho viral,/tengo anhelo de abrazos,/de amigos y compañeros/que todos desde casa evitamos menos daños./Ya veo la rosa sin espina,/a Sant Jordi veo llegar,/si un caballero se acerca,/quiere decir que todo ha pasado. Un libro para disfrutar,/una rosa para oler,/¿qué más se puede pedir?/ Un Sant Jordi que por fin ha llegado.]

Mamá, cómete las verduras

Text original “Mama, menja’t les verdures

Me arriesgo a decir que todos hemos tenido alguna vez entre los dedos una de esas bolas de cristal, uno de esos mundos en miniatura en los que podemos hacer que nieve con un suave golpe de muñeca.

Paremos por un segundo las pesadas agujas del reloj y detengámonos unos brevesmomentos a observar la magnificencia en la forma más sencilla que el pequeñoobjeto nos brinda. Con un movimiento (de los calculables con formas matemáticasya olvidadas) podemos hacer mover los copos de esperanza en una procesión casireligiosa, perfectamente coordinada, alrededor del perímetro de la esfera transparente.

Podemos acunarla sólo ligeramente, haciendo levantar las partículas a pocosmilímetros del pie,arrebatándoles su propósito de vida. Podemos sacudirla,provocando un caos en su interior, un pequeño caos controlado, donde cada pequeño elemento siguesu camino, donde tenemos la sensación de que tardaríamos horas en analizar cada trayectoria,cada instante de cada vida, cómo crecen y se encorvan cuando los años empiezan ahacerse notables… y segundos después, mueren.

No puedo evitar preguntarme, pues, si el virus ha sido algo más que, sencillamente, unasacudida en nuestra esfera de nieve, en nuestro pequeño paisaje dentro del inmensouniverso.

¿Eres capaz de verla? ¿Ves el cristal? ¿Ves los copos de nieve moviéndose en el hechizo de un baile? ¿Concéntrate en uno de ellos, sigue su trayectoria, acércate, míralode cerca, puedes ver los ojos vidriosos de una criatura?

Escribe (y me dirás “bueno, si escribe, no es tan criatura”, pero, ¿quién puede decir en qué momentose deja de ser una criatura?) bolígrafo en mano, escribe a su madre, ingresada comocaso grave de COVID-19 el día antes. La niña coge el instrumento de escritura con fuerza,se muerde el interior de la mejilla buscando concentración y recitando las palabras, comosuele ocurrir en esas edades:

Hola, mamá,

No hace ni un día que estás en el hospital, pero la abuela dice que las cartas tardan unpar de días en llegar, y para entonces ya hará un par de días que estás fuera… y un par dedías son muchos… ¿verdad? Quiero que sepas que yo y la abuela estamos bien, pero que ella no me lee ningún cuento antesde ir a dormir… Haz caso al médico ¡y cómete todas las verduras, mamá!

Clara.

No existe mayor demostración de puerilidad que la manera como una criaturacoge de la mano cuando está nerviosa, o cuando, sencillamente, no entiende qué pasa y, poreso, se siente atemorizada; aquella forma de cerrar los dedos sin dejar en ningúnmomento de apretar, de jalarinstintivamente en dirección a su corazón para protegerlode una manera inconsciente. Quizás, físicamente, solo se aferran a tu dedo, pero se te abrazan el alma.

¡Hola, mamá!:

Hoy te hemos ido a ver. Yo le he dicho a la abuela que podríamos llevarte flores, pero se veque todas las floristerías están de vacaciones (ya le he dicho yo que se deberían haber puestode acuerdo y hacerlas por turnos, pero me dice que no puede ser. No tengo claro de que ella lo acabe de entender, tampoco). Por eso te he recogido algunas del paseo, porque siempredices que son bonitas y he pensado que te gustaría poder verlas aunqueestés allí dentro… Te las habría llevado yo, pero no me han dejado entrar (me han dicho quees para que no nos contagiamos, pero yo estoy segura de que saben que nos queremos mucho y no quieren que tus compañeros de habitación se pongan celosos).

¡Cúrate pronto, mamá!

Clara.

Lo que más debería dar a los pintores del realismo deberían ser las obras creadas conPlastidecors de colores vivos. ¿Desde dónde mejor que desde los ojos de un niño se podría observar mejor la belleza de la propia naturaleza? La más encantadora expresión del mundo, sin un solocondicionamiento, sin punto de vista, la realidad más pura.

¡Mamá!:

Hoy nos hemos pasado la tarde dibujando. La abuela dibuja muy bien, ¿lo sabías? Ha dibujado un paisaje muy bonito. Yo nos he dibujado a ti y a mí delante de casa. ¡Te los pongo dentro del sobre también!

¿Te gustan?

Clara.

Vemos el mundo según nuestros conocimientos, analizamos sus diferentes situacionessegún la lógica, y usamos la memoria para saber qué sucede a nuestro alrededor.

Quizás los niños hacen lo mismo… Con el tiempo decidimos dejar de ver el mundo conlos ojos a menos de un metro del suelo, lo vemos todo desde más arriba, con mássuperioridad… Esto implica que obviemos los detalles de lo que está por debajonuestro; olvidamos el olor de las flores que brotan a ras de tierra, la sensación picante de la grava en las rodillas… decidimos perder la habilidad de hechizarnos con la sencillez de la vida.

Hola, mamá:

Ahora todo el mundo lleva máscaras por la calle, lo veo por la ventana del comedor. ¿Sabes quécreo? Que tras tanto tiempo de estar encerrados en casa, la gente ha dejado de saber qué día es, ycomo no saben qué día es, se visten de carnaval cada día, porque no disfrazarse por carnaval trae mala suerte… ¿verdad? ¡Ostras, qué buena idea! Pero yo,como tengo el calendario de casa y cada día con la abuela vamos tachando los numeritos, ¡siempre sé qué día es! Estoy pensando que podríamos regalarle uno a Erika, la vecina,porque lleva máscara y guantes siempre, y debe de ser incómodo eso, ¿verdad? Ahora que lo pienso, ¡podríamos regalarle uno a todo el mundo! ¡Así todos sabrían qué día es y podrían ir cómodos! ¿Qué te parece la idea, mamá?

Clara.

Mamá:

La yaya llora mucho últimamente, y siempre que suena el teléfono corre a cogerlo… No me quiere decir qué pasa, pero parece algo grave. ¿Tú estás bien, no? Si no me lo habrías dicho, ¿verdad?

Te echo de menos. ¿Cuándo volverás?

Clara.

Ninguno de nosotros sabrá nunca si alguien, alguna vez, llegó a leer estas cartas. La vida es fugaz, y las palabras escritas en un papel se pierden rápida e inevitablemente. Pero el amor permanece eternamente, el amor puede con todo, el amor nos une: unió a madre e hija otra vez y les hizo prometer que nunca más se separarían.

(Anna Farré Pedròs, 15 anys)

Carta anònima d’una iaia

Asseguda a la cadira,
ben a prop del finestral,
deixo que passin les hores
sense fer-ne prou cabal.

Veig com s’escola la vida
sense glòria ni sentit;
al darrera d’aquest vidre,
presonera de l’oblit.

La solitud m’aclapara:
ningú m’agafa la ma.
Passen les hores, tan llargues.
Passen els dies i els anys.

Són tan poques les vegades
que la taula puc omplir
de xerrameca i rialles,
i estimada em puc sentir!

Tots volen fer moltes coses.
No els queda temps per a mi…
Sola em passen les hores.
L’enyor va obrint-se camí.

L’enyor dels temps de bonança,
que gaudia en llibertat,
de passejos i vacances
i d’amor al meu costat.

Ara diuen per la tele
que se’ns ha de protegir.
Que no ens vinguin pas a veure,
car ens podríem morir.

La intenció de segur que es bona:
jo no en dubto ni un instant.
Però jo em moro cada dia,
tota sola, recordant.

Tant de bo quan això passi
i torneu a respirar,
i torneu a ser feliços
i a gaudir de la llibertat,

tingueu temps per dedicar-lo
a aquells que ja som grans:
La poca vida que ens queda,
sols l’AMOR la fa important.

(Marta Llobet Sala)

[Carta anónima de una yaya Sentada en la silla,/muy cerca del ventanal,/dejo que pasen las horas/sin notar cómo se van./Veo esfumarse la vida/sin gloria ni sentido;/detrás de este cristal,/prisionera del olvido./La soledad me abruma:/en nadie mi mano descansa./Pasan las horas, tan largas./ Días y años, sin pausa./¡Qué pocas veces/puedo poner la mesa colmada/de palabrería y risas,/y sentirme así estimada!/Todos tienen muchas cosas que hacer./No les queda tiempo para visitarme./Sola me pasan las horas./La añoranza sí viene a saludarme./La añoranza de tiempos de bonanza,/que gozaba en libertad cada día,/de paseos y vacaciones/y de amor con cercanía./Ahora dicen por la tele/que se nos debe proteger./Que no nos vengan a ver,/pues la vida podemos perder./La intención seguro que es buena:/no lo dudo ni un momento./Pero yo muero cada día,/sola, recordando otro tiempo./Ojalá cuando esto ocurra/y volváis a respirar,/y volváis a ser felices/y disfrutéis de la libertad,/tengáis tiempo para dedicarlo/a los que tenemos una edad:/La poca vida que nos queda,/sólo el AMOR la ​​hace buena.]

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