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La prevención del sida: Síntomas, contagio y consejos para prevenirlo

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El 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, que este año cumple 40 años de la detección de los priemros casos. Aunque el tratamiento antirretroviral ha conseguido que la infección por VIH pase de ser casi siempre mortal a una afección crónica manejable, el VIH sigue siendo una amenaza para la salud mundial. ¿Qué conductas de riesgo debemos evitar a la hora de prevenir el contagio?

Los últimos datos que se disponen con respecto a la infección por VIH revelan que, en 2020, la media de personas contagiadas rondaba los 37,7 millones, con 1,5 millones de nuevas infecciones. Sin embargo, el número de personas con acceso a la terapia antirretroviral era de 28,2 millones. Desde el comienzo de la epidemia, son ya más de 36 millones quienes han perdido la vida por enfermedades relacionadas con el sida.

El VIH y el sida: ¿Es lo mismo?

Tener VIH no significa tener sida. Estar infectado de VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) significa que el virus se encuentra en el organismo, y se multiplica y actúa de forma que debilita el sistema inmunitario, pero no necesariamente se desarrolla una enfermedad.

Por su lado, el sida (Síndrome de la InmunoDeficiencia Adquirida) es un conjunto de manifestaciones clínicas que aparecen cuando el sistema inmunológico ha quedado tan debilitado por la acción del VIH que el organismo ya no es capaz de defenderse. El sida es la etapa más grave de la infección por VIH y se manifiesta por la presencia de patologías que ponen en riesgo la vida del paciente.

¿Cuando el VIH se convierte en sida?

Como comentábamos anteriormente, cuando nuestro sistema inmunológico ha sufrido grandes daños a causa del VIH, nuestro organismo ya no puede defenderse, y es cuando se desarrolla el sida.

El VIH se encarga de destruir por completo nuestros linfocitos (T CD4), que son unos glóbulos blancos con una función importantísima en nuestro cuerpo, principalmente porque se encargan de luchar contra las enfermedades. Es por eso que cuantos menos linfocitos T CD4 tengamos en nuestro organismo, más débil estará nuestro sistema inmune.

¿Cómo se contagia el sida?

A la hora de prevenir el sida es importante tener presentes los mecanismos de transmisión. Ante cualquier duda de un posible contagio lo mejor es realizar la prueba de detección del VIH, ya que un diagnóstico precoz puede mejorar el pronóstico de forma notable.

Lo primero que debemos saber es que el contagio del VIH se puede producir bajo tres condiciones:

  1. Es necesario que una de las personas sea portadora del VIH. El contagio del sida es imposible sin esta premisa, aunque se practiquen conductas de riesgo, ya sean sexuales o de otro tipo.
  2. Debe haber una concentración de VIH suficiente para que se produzca el contagio. En la sangre la concentración del virus es mayor, por lo que una pequeña cantidad de sangre puede infectar a otra persona. Sin embargo, la concentración en otros fluidos es menor (por ejemplo, en el semen o el flujo vaginal), por lo que ante la misma cantidad de fluido, la probabilidad de contagio se reduce.
  3. Es necesario que el VIH entre en la corriente sanguínea, ya sea a través de una herida abierta, un corte, un desgarro, una fisura o por contacto con las membranas mucosas (se encuentran dentro de la boca, la vagina, la abertura del pene y del recto). El simple contacto con el fluido infectado no es suficiente, ya que la piel actúa de barrera.

Los fluidos de una persona infectada por VIH son la sangre (donde se encuentran más concentración de VIH), el semen, el fluido pre-eyaculatorio (los niveles de concentración del VIH son muy bajos, pero existe riesgo), las secreciones vaginales y la leche materna. De ninguna forma se puede transmitir la enfermedad a través de la saliva, el sudor, las lágrimas, la orina o las heces.

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¿Cuáles son los síntomas del sida?

Para hablar de la sintomatología de esta enfermedad, hay que tener presente, tal y como hemos explicado, que el sida es la etapa final del VIH. Cuando se produce el contagio de este virus, pueden pasar incluso una década hasta que se manifiesta algún síntoma. Si se descubre el contagio y se comienza con la medicación, este período puede alargarse aún más.

No obstante, algunas personas pueden mostrar síntomas entre dos y cuatro semanas tras el contagio de VIH. Se le conoce como infección primaria o VIH agudo. La sintomatología es similar a la de una gripe: fiebre; dolor de cabeza, muscular y articular; erupciones en la piel; dolor de garganta; llagas en la boca; inflamación de ganglios linfáticos; diarrea; tos; sudores nocturnos y pérdida de peso.

Al haber una cantidad de virus muy elevada en el cuerpo, en esta aumenta la facilidad para el contagio a otras personas, aunque siempre existe riesgo de contagio. Superada esta etapa, de nuevo pasarán años hasta volver a mostrar síntomas.

VIH crónico y sintomático

A medida que pasa el tiempo, el virus se instala en los glóbulos blancos y se convierte en crónico. Aquí puede disfrutarse de buena salud durante años, pero aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades, en particular si no se recibe la terapia antirretroviral.

A medida que el virus sigue multiplicándose, destruye las células del sistema inmunitario, lo que provoca una indefensión hacia cualquier otro germen, virus o bacteria. Por este motivo, comienzan a aparecer infecciones leves o los síntomas crónicos de esta enfermedad. Aquí se incluyen la fiebre, la fatiga, inflamación de ganglios, diarrea y pérdida de peso, neumonía, herpes y candidiasis.

Sintomatología avanzada de la enfermedad

Sin medicación, se alcanza esta etapa entre ocho y diez años tras el contagio. Con el uso de los antivirales, la mayoría de personas que viven en países desarrollados no llegan a verse afectadas por la enfermedad, es decir, el SIDA. Pero de entrar en esta última etapa, los síntomas se complican e incluyen, además del desarrollo de tumores; dolor de garganta y aftas, una capa blanca en la boca y la lengua; infecciones fuertes por hongos; cansancio y mareos; gran pérdida de peso; tos seca y profunda y falta de aire; bultos y manchas azules y violetas en la piel; fiebre; infecciones recurrentes; enfermedad pélvica inflamatoria; sangrado; hormigueo y pérdida de control de los músculos, entre otros.

Conductas de riesgo que debemos evitar para prevenir el sida

Tener claro las conductas de riesgo es algo vital para prevenir el sida y reducir las posibilidades de sufrir esta patología. Estos son algunos de los consejos que te damos para prevenirlo, toma nota:

Realizar un control y pruebas de detección del VIH frecuentes

Es importante realizar la prueba de detección del VIH y conocer el estado de nuestra pareja con relación al virus, sobre todo cuando se tienen relaciones esporádicas frecuentes. También realizar las pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual (ETS) e instar a nuestras parejas a realizarla, ya que tener una ETS puede incrementar el riesgo de infección por el VIH o de propagación a otros.

Para prevenir el sida utiliza de forma correcta los preservativos

En las relaciones sexuales, utilizar de forma correcta preservativos de látex a la hora de practicar sexo con penetración (oral, vaginal o anal).

Utiliza instrumental correcto

Utilizar siempre instrumentos estériles o desechables a la hora de perforar la piel. Por ejemplo, para realizar análisis de sangre, aplicar inyecciones o realizar tatuajes. Es muy importante también no compartir agujas cuando se está inyectando cualquier tipo de droga.

Prevención del sida en profesionales de la sanidad

Los profesionales de la sanidad que estén en contacto con enfermos de sida deben extremar las precauciones para no pincharse de forma accidental con agujas infectadas y protegerse muy bien a la hora de evitar el contacto con la sangre y los fluidos infectados.

Prevención del sida en embarazo

Las embarazadas que son portadoras del VIH deben recibir un tratamiento para minimizar el riesgo de infección del feto durante la gestación y el parto, que es aconsejable que sea por cesárea. Tampoco deben amamantar al bebé.

Se deben analizar de forma exhaustiva la sangre y los productos sanguíneos empleados para realizar transfusiones o tratamientos, así como el semen donado.

Estas situaciones requieren de atención totalmente personalizada y es tan importante la prevención como la pronta detección y tratamiento del VIH en caso de padecerlo. Es por eso por lo que en MGC Mutua contamos con un amplio equipo de profesionales en el cuadro médico de nuestros seguros de salud. ¡Tranquilidad y protección ante cualquier situación! Ponte en contacto con nosotros si estás interesado/a y te informaremos sobre ellos sin ningún tipo de compromiso