Vida Sana
Una vuelta al cole atípica
La vuelta al cole supone en sí misma un cambio importante para los niños. Pero este año aún más, porque no sólo vuelven de una rutina relajada de vacaciones, sino de seis meses de parón presencial escolar. Todo esto les puede provocar unas sensaciones y unas vivencias que a los padres y madres nos toca comprender y acompañar.
Estos días estamos en un momento muy potente de cambio y que nos mueve muchas cosas por dentro a toda la familia. Para los padres, porque si ya las tensiones del comienzo del año académico son abrumadoras, este año, además, tenemos una situación nueva que nos provoca cierto miedo y recelo e incluso agrava el rompecabezas de la conciliación laboral y familiar. Y para los hijos, porque en esta vuelta al cole se van a encontrar con una situación muy diferente a la que están habituados, con cambios en cosas tan simples como entrar en horarios distintos, utilizar puertas y accesos diferentes, que en muchos colegios los padres no les puedan acompañar como era habitual otros años, tener que usar mascarilla y unas normas estrictas de higiene… Por si fuera poco cambio, se van a encontrar con unas dinámicas muy distintas a las que conocían: no se puede abrazar, darse besos… que son impulsos que nacen de forma natural y que, en este caso, se ven forzados a reprimirlos.
Míriam Tirado, consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza, explica que cuanto más conscientes seamos de las emociones de nuestros hijos, y cuanto más centrados estemos nosotros mismos, mejor podremos acompañarlos, respetando sus tiempos y logrando transmitirles seguridad.
¿Con qué cosas nos podemos encontrar en este comienzo del cole?
Partiendo de la base de que cada niño es diferente y cada cual expresa las cosas de manera distinta, aunque puede que la vuelta a una rutina los mantenga más estables, también puede suceder que les estrese y nos encontremos con algunos cambios en el comportamiento y en el ánimo de nuestros hijos.
Normalmente estos aspectos afloran al cabo de unos días, cuando el niño ya es más consciente de la situación que está viviendo. El periodo de adaptación escolar, sobre todo para los más pequeños, suele ser de todo el trimestre. Por tanto, los padres debemos intentar estar muy atentos y conectados con nuestros hijos para poder captar las señales.
Los niños están muy cansados
Una de las cosas que podemos notar es que los niños estarán muy cansados por el estrés emocional. Puede parecer algo obvio, pero tenemos que tener en cuenta que ahora mismo ya no están acostumbrados a ciertas dinámicas de horarios y a los ritmos más acelerados de los días lectivos, que durante meses han sido mucho más tranquilos por el confinamiento y por las vacaciones. Por tanto, el cambio de volver a levantarse temprano, desayunar e ir al cole, unido a todo lo que van a experimentar en el centro escolar (tensiones, niños que lloran porque no han podido entrar con sus padres, etc.), son situaciones de estrés emocional que van a hacer que estén más cansados que otros años. Los niños son muy sensibles a los cambios y, si emocionalmente han vivido situaciones intensas, el cansancio será tremendo.
Para controlar este cansancio, lo más importante es que los niños duerman lo suficiente (los padres y madres sabemos cuántas horas de sueño necesitan nuestros hijos). Hay que controlar que esas horas se cumplan y regular los horarios de ir a dormir. También es conveniente bajar el ritmo en los horarios no escolares. Podemos plantear que durante las primeras semanas las tardes sean muy tranquilas (puede que no sea necesario ni ir al parque) y, si es necesario, que se acuesten un poco más temprano. Hay que bajar mucho el ritmo también durante los fines de semana. Si quieren aire libre, es mejor salir a pasear a la naturaleza. Aunque el aire libre siempre cansa, la naturaleza siempre armoniza.
Es normal que estén más irascibles y aumenten las rabietas
El cansancio, el estrés emocional, el miedo a las situaciones nuevas o al contagio y la añoranza de la familia es como un cóctel que puede generar mucha tensión. Los niños necesitan expresar todo lo que han vivido, transmitir que lo que han sentido no es agradable y pueden estallar por cualquier cosa. También pueden ser habituales las rabietas por no querer usar las mascarillas mucho tiempo.
En este punto debemos saber que cuanto menos satisfechas tengan sus necesidades básicas (sueño, hambre, tiempo con sus adultos de referencia, juego, movimiento…) más rabietas tendrán. Así que es importante controlar lo que hemos comentado sobre las rutinas de sueño, los horarios, etc.
Pueden enfermar
Si ya habitualmente los niños enferman más a menudo cuando comienzan a ir al cole por los virus (aparte, claro está, del coronavirus), el estrés emocional, además, hace que bajen las defensas, por lo que puede que los niños se pongan enfermos. Es una situación que otros años sería normal, pero que este año nos preocupa más.
Es muy habitual que los niños se enganchen como lapas
Los ataques de mamitis, papitis y todos los -itis pueden ser una consecuencia de la inseguridad que les puede estar provocando la novedad de una situación a la que deben enfrentarse solos, sin los padres, por lo que es normal que necesiten asegurarse de que no te vas a ir cuando te tienen a mano. Debemos comprender este comportamiento e incluso que es posible que retrocedan unos pasos en su autonomía (pueden querer que los vistas, que los peines, que los duches, que les des la comida o les pongas los zapatos, que los acompañes al lavabo…). Y no será más que una necesidad que tendrán, cuando estamos juntos en familia, de recargar pilas para enfrentar el día siguiente de nuevo solos.
En esta situación es muy normal y humano que los padres se agobien, porque necesitamos nuestro espacio. Pero no hay que juzgarse demasiado a uno mismo si nos ocurre de vez en cuando. Lo importante es ser conscientes de la situación y acompañar nuestros hijos para que no sientan un rechazo que les pueda generar más miedo y, por tanto, aún más apego.
Pueden aparecer nuevos miedos
Los miedos son fruto de la inseguridad que están viviendo. Y también es normal tener miedo al coronavirus. Hay que explicarles que se hará todo lo posible para que no pase nada y no se contagien, pero que en su caso, es casi seguro que lo pasarían casi sin darse cuenta, como es el caso de la mayoría de la gente. En este punto es importante el ejemplo de los adultos. Si nosotros mismos vivimos desde el miedo, lo transmitiremos a nuestros hijos y podemos crear una generación marcada por el miedo.
También puede ser que no quieran ir al cole o que se despierten más por la noche.
Pueden volverse más introvertidos
Los niños tienen derecho a que no les guste cómo está el mundo ahora y a expresarlo de una forma u otra. Otra de las posibilidades es que se encierren en sí mismos y que aparezca un punto de tristeza o abatimiento. En este caso necesitarán un extra de paciencia y afecto.
En general, es importante que los padres y las madres intentemos estar tranquilos, comprendiendo y acompañando las emociones de nuestros hijos y respetando sus tiempos de adaptación. Seguramente, en pocas semanas será todo mucho más fácil.