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El ojo vago infantil: síntomas, causas y tratamiento
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El ojo vago, ambliopía en términos médicos, es uno de los trastornos visuales infantiles más frecuentes, afectando a uno de cada 25 niños. Se produce cuando, a consecuencia de un defecto de visión en un ojo, el cerebro da prioridad a las señales recibidas del ojo sano, ignorando las que recibe del otro, el “ojo vago”. Si no se trata, puede dar lugar a un trastorno de discapacidad visual permanente.
Aquí explicamos lo referente a este problema.
Qué es el ojo vago
Es un trastorno infantil de la visión, por el que un ojo no acaba de desarrollarse por completo y la visión a su través es reducida. Cualquier problema de un ojo en la primera infancia significa que el niño no utiliza correctamente ese ojo, perjudicando su desarrollo y dando como resultado la ambliopía. Los ojos se desarrollan por completo en la infancia, hasta alrededor de los 7-8 años y, si no tiene la oportunidad de crecer y establecer comunicación con el cerebro, se verá permanentemente afectado.
Si un ojo se ve afectado de alguna manera (por ejemplo por una catarata o por un estrabismo –o sea, bizquear) creando una situación ojo-bueno ojo-vago) en que el cerebro recibe mensajes mezclados, con diferentes imágenes, lo que le confunde. Es más fácil para él procesar una sola imagen que dos desiguales, de modo que elige la del ojo bueno, ignorando la otra. A nadie le gusta verse ninguneado y, como ocurre con un “amigo” que no nos hace ningún caso y del que acabamos “pasando”, el otro ojo se inhibe, se vuelve vago y deja de desarrollarse apropiadamente como haría en condiciones normales.
El resultado es que el campo de visión de ese ojo se reduce, no sólo como consecuencia del trastorno que le afectaba, sino por la falta de desarrollo: la ambliopía. Esta es la razón por la que, de detectarse un problema visual en la infancia debe tratarse cuanto antes, de modo que el ojo siga desarrollándose con normalidad y haciendo su trabajo.
Síntomas del ojo vago
La ambliopía causa una reducción de la visión en un ojo (a veces en ambos) pero no siempre causa síntomas, por lo que puede ser difícil de detectar. Los niños más pequeños pueden no saber explicar qué es lo que no va bien, de modo que hay que hacer pesquisas del modo que sigue:
- Puedes notar que el niño tiene problemas para coger objetos pequeños
- Los ojos dejan de apuntar en la misma dirección
- El niño podría mostrarse inusualmente torpe
- Puede tener dificultades para leer (sujetando el libro muy cerca de los ojos o perdiendo regularmente el punto en que se encontraba)
- Puede sentarse demasiado cerca de la televisión
- Puede quejarse de dolores de cabeza o de fatiga visual.
Con todo, el ojo vago pasa a menudo completamente desapercibido. Si no se trata la ambliopía, habrá como consecuencia una reducción permanente de la visión de ese ojo, de modo que, ante la menor duda, acude a tu médico de familia o a un oftalmólogo.
Complicaciones del ojo vago
La ambliopía afecta tanto al campo de visión como a la forma en que se procesan las imágenes tridimensionales. En lo referente al campo, porque las imágenes provenientes de un ojo son ignoradas y uno de los lados puede verse recortados.
En relación con las imágenes tridimensionales, falta la percepción de la profundidad de campo: el niño que lo padece puede tener problemas en tareas que requieren coordinación de ambos ojos, como enhebrar una aguja, o lanzar una pelota a alguien.
Causas y factores de riesgo
Hay varios posibles culpables del ojo vago:
- Estrabismo
Es un trastorno por el que los ojos no apuntan en la misma dirección y es una causa frecuente. Afecta normalmente a un ojo, que puede mirar hacia arriba, abajo o a un lado. Puede ser constante o aparecer solo ocasionalmente y se hace notar particularmente cuando el niño está cansado. Como ya dijimos, el cerebro elige la señal del ojo bueno y el otro se vuelve vago, desarrollándose la ambliopía.
- Problemas refractivos
Los problemas refractivos (miopía, hipermetropía o astigmatismo) son otra de las causas habituales de ambliopía. El trastorno consiste en la incapacidad de la lente del ojo para enfocar correctamente las imágenes. Habitualmente, los trastornos refractivos se presentan grosso modo en ambos ojos, pero ocasionalmente los errores difieren significativamente, lo que se conoce como anisometropía. Esta situación confunde igualmente al cerebro, que se encuentra ante dos imágenes que no coinciden, de modo que elige la mejor formada, ignorando la del otro ojo, que dará lugar al ojo vago.
- Ambliopía por falta de estímulo
Cualquier trastorno que suponga la mala visión de un ojo durante la primera infancia puede dar lugar a una falta de desarrollo de la conexión del ojo con el cerebro, lo que se denomina ambliopía por falta de estímulos. Una catarata (una nube en la lente del ojo), una cicatriz en la córnea (la superficie del ojo) o el párpado caído pueden causarla, de modo que es realmente importante tratar cualquier problema ocular durante la primera infancia.
Es más probable que se desarrolle la ambliopía si existen antecedentes familiares, o en caso de niños prematuros, nacidos con peso muy bajo.
Diagnóstico del ojo vago
Ante cualquier sospecha que tengas de algún problema con la vista de tu hijo, es importante que acudas a tu médico o a un oftalmólogo. Normalmente te derivarán a un especialista en trastornos del movimiento del ojo que podrá diagnosticar la ambliopía mediante unos test específicos. Los test serán diferentes en función de la edad, y facilitan el diagnóstico incluso en niños muy pequeños, incapaces de leer o hablar.
Test para niños
La ambliopía no siempre es detectada por los padres, por lo que deben comprobarse varios aspectos en función de la edad del niño.
- Recién nacidos: a partir de las 72 horas del parto y hasta las 6 semanas del bebé, se examinarán los ojos por si hubiera problemas físicos
- 1-2 años de edad: un nuevo examen determinará cualquier problema no detectado con anterioridad; si fuera necesario se efectuará un test específico
- 4-5 años de edad: cuando empieza el colegio (o un jardín de infancia), todos los niños deberían pasar por un test de visión. En algunos casos, el propio colegio ofrece revisiones médicas a sus alumnos; de lo contrario, los padres deben contactar a un especialista.
Tratamiento del ojo vago
El tratamiento de la ambliopía comienza por corregir la causa subyacente, para tratar a continuación de que el ojo vago comience a funcionar bien. Cuanto antes se empiece el tratamiento, más probabilidades tiene de éxito; si se empieza antes de los 6-7 años, puede corregir plenamente la visión, paro a partir de esas edades es más probable que se produzca una pérdida permanente de visión.
Normalmente, se prescribirán gafas a los que tienen errores refractivos, mientras que los estrabismos podrían tratarse quirúrgicamente.
- Oclusión
El ojo vago se trata habitualmente restringiendo el uso de ojo bueno, de modo que el vago pueda recuperarse. Los médicos hablan de oclusión. El proceso es parchear el ojo bueno varias horas al día con un parche suave y cómodo que se adhiere a la cuenca del ojo. La duración del tratamiento depende de la edad del niño y del grado de ambliopía. El seguimiento se realiza al principio con controles cada tres meses; en general, se controla la visión del niño hasta los 8 años, en que el ojo está plenamente desarrollado.
- Colirios
A veces, los niños encuentran molesto el parche o se sienten avergonzados, en cuyo caso sustitutivamente se pueden usar gotas que difumina la visión del ojo bueno, obligando al ojo vago a trabajar. Estas gotas contienen un fármaco llamado atropina y, una vez puestas, no se pueden retirar, al contrario de lo que sucede con el parche.
- Gafas correctoras
Otra opción es ponerle gafas que difuminen u obstruyan la visión del ojo bueno, con el mismo propósito.
Con independencia del método que se use, por supuesto que es vital destapar el ojo bueno de modo que pueda ver a intervalos regulares. De lo contrario, podría a su vez desarrollar ambliopía.
- Terapia de visión
Con el ojo bueno ocluido, es importante trabajar el ojo vago, en lo que se conoce como terapia de visión. El niño deberá hacer tareas como colorear u otras de corta distancia y jugar con juegos con cierta exigencia visual, de modo que se vuelvan a poner en marcha las conexiones con el cerebro y que el ojo vuelva a funcionar normalmente.