Salud y medicina

Diferencias entre el corazón de los hombres y las mujeres

6 Diferencias entre el corazón de los hombres y las mujeres

Las particularidades físicas y hormonales hacen que, en materia cardiaca, existan algunas diferencias entre el corazón de los hombres y el de las mujeres que debemos tener en cuenta a la hora de cuidar la salud cardiovascular. Te contamos todo lo que debes saber sobre la diferencia entre el corazón masculino y el femenino.

El tamaño: El corazón de los hombres es más grande que el de la mujer

El tamaño es la primera diferencia entre el corazón de un hombre y una mujer. Aunque obviamente no sucede en todos los casos, en general la constitución física masculina es más grande que la femenina, y esta característica también se traslada al corazón y a las arterias, que suelen ser más pequeñas en la mujer que en el hombre. Las responsables de esta diferencia de tamaño son las hormonas sexuales, ya que la testosterona masculina amplía el tamaño de las arterias y los estrógenos femeninos lo reducen.

¿Qué consecuencias tiene en la salud cardiovascular el tamaño del corazón en hombres y mujeres? El menor tamaño de las arterias hace que la mujer tenga más riesgo de formación de coágulos de sangre o bloqueos arteriales, y también supone una dificultad mayor a la hora de practicarle una angioplastia o una cirugía de bypass.

Otra consecuencia cardiovascular de esta diferencia de tamaño arterial es que se producen más migrañas y enfermedades inflamatorias, patologías que suelen ser más frecuentes en la mujer.

Diferencia en el ritmo cardíaco en hombres y mujeres

El corazón de la mujer bombea unos 63 ml. de sangre por latido. Como el volumen ideal de sangre circulante (volemia) es de aproximadamente de 5-6 litros, se necesitan unos 79 latidos por minuto para alcanzarlo. Los hombres, sin embargo, suelen bombear 75 ml. por latido, por lo que sólo necesitan 67 latidos por minuto para alcanzar ese volumen ideal.

La frecuencia cardíaca hace referencia a la cantidad de veces que el corazón late en un minuto. El valor normal para un adulto en reposo varía entre los 60 y los 100 latidos por minuto, en función del sexo, la edad, el estilo de vida y las patologías que se padezcan.

A grandes rasgos, hasta los dos años de edad, la frecuencia oscila entre los 120 y los 140 lpm. Entre los 8 y los 17 años, va de 80 a 100 lpm. En el caso de los adultos, entre 70 y 80 lpm para las personas sedentarias y entre 50 y 60 para las que practican deporte o tienen más de 65 años de edad.

Frecuencia y ritmo cardíaco en mujeres

Si nos centramos en el sexo, cuando la frecuencia cardíaca es excelente, esta oscila entre los 60 y los 65 lpm desde los 18 hasta por encima de los 65 años, con picos entre los 18 y los 25 y los 46 y los 55 años.

Si es buena, se mueve entre los 65 y los 69 lpm; la normal entre 73 y 78 lpm. Por encima de esta ya se considera no recomendable, y más peligrosa a medida que se incrementa.

Frecuencia y ritmo cardíaco en hombres

En el caso de los hombres, la frecuencia cardíaca es más irregular que para las mujeres, con un descenso entre los 25 y los 35 años, para posteriormente ir incrementándose, hasta llegar a los 65 que vuelve a descender.

Se considera excelente cuando se sitúa entre los 56 y 63 lpm; buena si está entre 62 y 67 lpm; la normal oscila entre 70 y 76 lpm. Por encima se considera perjudicial.

¿Por qué las mujeres tienen más pulsaciones que los hombres?

Por normal general, las mujeres tienen aproximadamente 10 pulsaciones por minuto más que los hombres. El motivo reside en que el corazón de estas tiene un tamaño más reducido. Por lo tanto, la cantidad de sangre que se bombea en cada latido es menor. Para compensar, lo que hace es latir más rápido. Como curiosidad, cuando una mujer está embarazada, las pulsaciones aumentan aún más, ya que la cantidad de sangre que se necesita bombear se incrementa.

Los problemas arteriales

Tanto en el hombre como en la mujer, los accidentes cardiacos suceden por problemas arteriales, aunque existen diferencias entre ambos sexos relativas al tipo de placa que se forma, la forma de acumularse y las zonas en las que suele depositarse.

En los hombres la placa suele ser más dura y calcificada y tiende a acumularse de forma irregular, por lo que los infartos se suelen producir por el bloqueo de las arterias debido a las lesiones que este tipo de placa produce en las paredes arteriales.

En el caso de la mujer, la placa suele ser más suave y se deposita en las paredes arteriales de forma más homogénea, lo que va produciendo una erosión en estas paredes que propician el ataque cardiaco.

Los síntomas de infarto

Según la Fundación Española del Corazón, los síntomas clásicos incluyen dolor opresivo en el centro del pecho o en la zona epigástrica (estómago), que puede irradiarse al brazo izquierdo, a ambos brazos, al cuello, a la mandíbula y/o la espalda; También pueden incluir sudoración, náuseas y dificultad respiratoria.

Sin embargo, los síntomas en la mujer pueden ser diferentes y más variados, lo que complica su diagnóstico: fatiga inusual, dificultad para respirar, sudor frío o dolor epigástrico. Los días previos pueden sufrir insomnio, ansiedad o debilidad. Por otro lado, el dolor torácico típico en mujeres es menos específico y en un porcentaje mayor se objetiva enfermedad coronaria no obstructiva.

La edad

El paso de los años afecta siempre al organismo, pero en el caso de la mujer hay un punto de inflexión muy claro: el periodo de la menopausia. Los estrógenos que produce durante la etapa fértil tienen un efecto cardioprotector, pero a medida que se envejece se reduce la producción de estas hormonas, lo que deja al corazón femenino más desprotegido y sensible, y aumenta el riesgo de accidente cardiaco.

Esta circunstancia también implica una diferencia, y es que las mujeres tienden a presentar la enfermedad coronaria aproximadamente diez años más tarde que los hombres. Sin embargo, el pronóstico de un infarto suele ser peor en la mujer: el porcentaje de muerte antes de llegar al hospital es mayor (52% frente al 42% en los hombres) y el pronóstico tras la hospitalización también es peor. Por un lado, porque al ser mayores que los hombres suelen tener otras patologías asociadas (enfermedad renal, osteoarticular, anemia…) que complican el cuadro clínico. Por otro lado, como los síntomas de infarto en la mujer pueden ser diferentes y pueden confundirse con casos de ansiedad o estrés, tardan más en acudir a urgencias y en ser diagnosticadas. Por último, durante la hospitalización, las mujeres suelen presentar otras complicaciones, como insuficiencia cardíaca, ictus o la necesidad de transfusiones.

Las enfermedades cardiacas y los factores de riesgo más comunes

Por último, las enfermedades cardíacas y el riesgo de estas es otro de los puntos que diferencia al corazón de un hombre del de una mujer.

Los hombres son más propensos a sufrir accidentes cardiacos derivados del colesterol y el sobrepeso. El infarto de miocardio es el que más les afecta, seguido de las enfermedades cerebrovasculares, enfermedad isquémica crónica del corazón, hipertensión y hemorragia intraencefálica.   

Las mujeres comparten esa misma lista, aunque son más propensas a sufrir accidentes cerebrovasculares. Las mayores tasas de fallecimiento se producen debido a la hipertensión y a la diabetes, y son factores clave de riesgo el sobrepeso, el sedentarismo y el síndrome metabólico.

Aunque el tabaco es la principal causa evitable de enfermedad coronaria y afecta por igual a hombres y a mujeres, en el caso de la mujer el riesgo aumenta mucho si se combina con la toma de anticonceptivos orales.