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Consejos para tratar erupciones cutáneas en niños y bebés

Sequedad de piel, descamación, ampollas, llagas… Las erupciones cutáneas son frecuentes en los niños, aunque la mayoría son benignas y suelen desaparecer por sí solas, sin necesidad de tratamiento específico.

Pero conviene saber cuándo el problema requiere la intervención de un médico o, al menos, una visita a la farmacia.

El impétigo en los niños

Las llagas o las ampollas en la piel son reveladoras de enfermedades contagiosas, como el impétigo. Son muy comunes en niños y, de nuevo, altamente contagiosas.
Hay dos tipos de impétigo, el que genera ampollas y el que no las provoca. El impétigo con ampollas se presenta habitualmente en el tronco, mientras que el segundo suele aparecer en la piel cercana a la nariz y la boca.

Normalmente mejoran sin tratamiento en cosa de dos o tres semanas. Para evitar que se disemine a otras partes del cuerpo y, desde luego, que contagie a otras personas, conviene cubrir la zona afectada con una gasa. Llegado el caso, el médico de familia podrá prescribir una pomada antibiótica o un tratamiento con antibióticos orales.

Para evitar el abuso de estos últimos, algo que está cobrando proporciones alarmantes (como venimos repitiendo en estos artículos), una crema antiséptica, recomendada por el farmacéutico, suele bastar, según revelan varios estudios recientes.

La varicela infantil

Las infecciones comunes de la piel del niño no requieren intervención médica, como hemos dicho, pues el trastorno sigue su curso para acabar desapareciendo por sí solo y sin mayor problema.

La picazón que produce la varicela se puede paliar con un antihistamínico oral, como la clorfenamina, y usando una crema de calamina (mejor que una loción, por su consistencia cremosa que facilita más su aplicación). El farmacéutico será quien aconseje lo más adecuado.

El eczema infantil

Es un trastorno crónico que afecta a más o menos uno de cada cinco niños. Genera picores, rojez, sequedad y grietas en la piel. Se suele presentar en los pliegues del codo, detrás de las rodillas, el cuello, los ojos y las orejas.

Los casos leves pueden tratarse en casa, evitando el jabón, las colonias y demás productos con esencias, que no harán sino secar más la piel. La clave es evitar la sequedad de la piel.

El farmacéutico puede sugerir las cremas (generalmente emolientes) adecuadas, que deben aplicarse dos o tres veces al día, así como el sustituto del jabón y de eventuales geles de ducha.

Cuándo se debe acudir al médico

Ante una erupción con problemas que puedan afectar a la vida diaria debe actuarse pronto. Picores fuertes, problemas para conciliar el sueño, cansancio, pérdida de interés por los juegos y falta de apetito son síntomas que nos ayudan a juzgar la gravedad.

Si al problema no da síntomas de desaparición por sí solo, es llegado el momento de hablar con el médico de familia. Si el tratamiento que éste sugiriera no fuera suficiente, lo ideal es consultar con un dermatólogo, a quien deberían comunicarse todos los problemas añadidos (los que decíamos antes) que haya generado la erupción.

Podría darse el caso de que el problema tuviera componentes psicosomáticos, lo que requeriría la consulta con un psicólogo clínico o un psicoterapeuta especialista en conducta.