Hijos, Salud y medicina
Aftas bucales en niños: ¿Por qué salen, su tratamiento y como aliviarlas?
Índice de contenidos
Qué son las aftas bucales
Más coloquialmente llamadas “llagas en la boca”, las aftas bucales en niños son pequeñas heridas o ulceraciones que salen en al interior de la boca, en el revestimiento húmedo interior (o sea, la mucosa). Son blanquecinas o amarillentas, con un borde rojo intenso y de tamaño generalmente no mayor de medio centímetro, o menores.
Pueden aparecer en cualquier parte del interior de la boca, en las zonas pegadas a las mejillas, las encías, el interior de los labios, el paladar blando, en la lengua o zona lingual e incluso en la garganta. No deben confundirse con el herpes labial, que se presenta en los labios, fuera de la boca (y no dentro como las aftas). Las aftas no son contagiosas, al contrario del herpes.
Lo más característico de las aftas es el dolor. Pueden ser muy dolorosas y sensibles a alimentos fuertes o ácidos (picantes, tomate, zumos de limón o naranja), y causar dificultades para comer e incluso hablar. Pueden aparecer de forma esporádica, aunque frecuentemente se trata de un proceso crónico y reaparecen inesperadamente, para desvanecerse en pocos días.
Por qué se producen las aftas bucales en niños
No sabemos el porqué de que aparezcan. Se han asociado a determinados factores, como estrés, traumas psicológicos y determinados alimentos. También se ha pensado en virus o bacterias, falta de vitaminas y deficiencias del sistema inmunológico. Igualmente, parece que existe un factor genético: los hijos de quienes padecen o padecieron aftas parecen ser más proclives a tenerlas, pero lo cierto es que no se saben por qué se presentan.
Tipos de aftas
Se distinguen tres tipos diferentes de llagas en la boca: menores, mayores y herpetiformes. Las más frecuentes en niños son, con mucho, las menores, que son las más leves. Las aftas mayores y herpetiformes son más propias de personas de edades más avanzadas.
Tratamiento de las aftas bucales infantiles
No existe un tratamiento específico para las aftas bucales en niños. Lo único que hoy día se puede hacer es aliviar el dolor y para ello se han empleado distintas preparados, desde soluciones anestésicas como la lidocaína, hasta colutorios o enjuagues con un antibiótico de tetraciclina o pomadas o pastillas de corticoides que se disuelven en la boca justo en la zona donde ha aparecido la úlcera.
Se recomienda un cepillado de dientes con dentífricos que no contengan lauril sulfato de sodio y, asimismo, enjuagarse la boca con colutorios que no incluyan dicho compuesto. Se debe evitar cepillarse directamente el afta, porque podría empeorar.
¿Cómo prevenir las llagas en la boca?
Como dice el dicho, siempre es mejor prevenir que curar, y puesto que las llagas en la boca
son tan increíblemente molestas, e incluso dolorosas, lo más eficaz es tomar una serie de
medidas para que evitar o, al menos, reducir la aparición de aftas bucales en niños.
La alimentación es clave, y por eso, esta no falta a la hora de prevenir las llagas en la boca.
Los alimentos que son ricos en ácido fólico, vitamina B12 y minerales como el hierro o el
zinc son una fuente de protección, ya que cuando los niveles de estos son bajos, aumenta
el riesgo de que las llagas aparezcan.
¿Y dónde puedes encontrarlos? En los vegetales de hoja verde, frutos secos como los
piñones, las almendras o los pistachos y los cereales integrales. Al mismo tiempo, si se es
propenso a que aparezcan las aftas, se recomienda evitar los alimentos ácidos, como los
cítricos, los picantes o los que están muy calientes. También es conveniente beber agua con
regularidad.
Además de la alimentación, los buenos hábitos son grandes aliados. Por ejemplo, la
correcta higiene bucal para reducir las bacterias y las infecciones. Cepilla tus dientes
después de cada comida y utiliza cepillos de cerdas suaves o de dureza media. Revisa tus
encías y cepilla la lengua y haz uso del hilo dental si fuera necesario.
Por último, evita los chicles y tómate tu tiempo para comer, masticando los alimentos con
tranquilidad. Y si padeces de estrés o ansiedad, busca vías para calmarte o recurre a ayuda
profesional. Aunque parezca que no hay relación, las prisas y los nervios son responsables
de la mayor parte de molestias y patologías.