Actualidad Mútua
“Me horroriza el machismo y me horroriza el feminismo. Yo creo en la justicia social.”
Santiago Dexeus es una persona con la que es muy fácil conversar. Ginecólogo catalán que goza de un gran reconocimiento, fue pionero y generador involuntario del cambio de mentalidad en muchas mujeres por su contribución a normalizar el uso de los anticonceptivos. Desde muy joven vio las diferencias de trato que la sociedad otorgaba a hombres y mujeres y “sin darme cuenta –nos dice– empecé a ser un defensor de los derechos de la mujer”. Probablemente por eso y por la admiración y el respeto que siente hacia las mujeres, desde el ejercicio de su profesión y desde la Fundación Escuela Dexeus continúa su labor de justicia con el sexo femenino, porque por mucho que hayamos avanzado, esta convencido de que “aún queda mucho camino por recorrer”.
¿Por qué decidió ser médico y no periodista, profesión que admiraba? ¿Por qué eligió ser ginecólogo?
Por falta de valor. Siempre he dicho que si no fuera médico me hubiera gustado ser periodista. En mi casa había tradición de médicos y de abogados y salir de esa tradición era abrir un nuevo camino, enfrentarme a cosas que no me habían enseñado en casa. Mi vida estuvo encarrilada por mi padre, una persona con una fuerza personal increíble, un médico excelente y muy reconocido. Era muy difícil no seguir la tradición, me sentí casi obligado. Fue así como encontré mi vocación.
Procedente de una saga de ginecólogos fundada por su padre a la que da continuidad su hijo Damian, Dexeus ya casi ha dejado de ser un apellido para convenirse en sinónimo de ginecología de muchísima calidad. Ahora es más una marca, una marca de prestigio. ¿Se siente orgulloso de haber conseguido algo tan importante?
No, porque la marca ha sido un desastre, en el sentido de que ya no estamos donde está ubicada.
Dejando a un lado la polémica, usted es Dexeus y continúa su labor en el Centro Ginecológico Santiago Dexeus.
Sí, Dexeus somos mi hijo y yo, eso es algo que quiero dejar claro, los otros son señores que están utilizando la marca. Nosotros estamos aquí, siguiendo exactamente la línea que trazó mi padre.
¿Cuál es esa línea, cuáles son los valores Dexeus?
Tener ética, que no se define por ser de derechas o de izquierdas. La ética, para mí, es hacerle a los demás exactamente lo que quieres que te hagan a ti. Es mi ética, una ética personal que he aprendido en mi familia y que me ha enseñado mucha gente a lo largo de mi vida.
Calidad humana, humildad, empatía absoluta, sensibilidad… son aspectos que usted defiende y que todos debemos cultivar pero, ¿por qué en particular los médicos?
A veces las preguntas son respuestas. Le haré una pregunta: ¿Usted qué prefiere, que un médico le dedique un cuarto de hora o tres minutos? Evidentemente quiero que un médico me dedique el tiempo que necesito, ni más ni menos. No hay nadie que cuando va al médico no quiera estar un buen rato.
¿La edad nos vuelve más comprensivos o, al contrario, nos insensibiliza?
Si con la edad, a pesar de que hayas pasado por momentos muy duros en tu vida, logras un cierto bienestar –con salud–, eres más comprensivo, menos extremista, más pacificador. Lo que pierdes en aptitudes lo puedes ganar en sabiduría. Ahora bien, si la persona que envejece está mal, es lógico que tenga miedo, se vuelva más egoísta y quiera llamar la atención constantemente.
Hablemos de ginecología y prevención. Muchas veces posponemos la visita al ginecólogo por pereza o por falta de tiempo. ¿Cómo argumentaría la importancia de la revisión ginecológica?
Con información. Todo es cultura. Cuando empezamos a hacer campañas, en los años 60, de diagnóstico precoz de cáncer de cuello de útero, íbamos por las fábricas explicando qué es una citología y porque era tan importante, y todas las mujeres iban al ginecólogo. “Hágame el Papanicolau”, nos decían. Ahora, con la vacuna del Virus del Papiloma Humano (una de las infecciones de transmisión sexual más comunes, causante del cáncer de útero) avanzaremos aún más. Hoy en día es muy difícil encontrar un cáncer de matriz avanzado en poblaciones bien informadas.
En cuanto al cáncer de mama, hemos visto que con los cambios de estilo de vida en la alimentación, con dietas más grasas, los casos han aumentado, pero si se hacen campañas de prevención y de detección precoz, y los periodistas hablan de ello, se consigue que las mujeres sean más estrictas con las revisiones.
Usted se declara admirador absoluto de la mujer. ¿Por qué la admira y la defiende tanto?
Cuando tenía 18 años conocí a la mujer que unos años después se casaría conmigo. En aquella época éramos unos 120 alumnos de medicina y 4 mujeres, y yo veía como eran discriminadas por los profesores, como les hacían bromitas y cosas inverosímiles, que hoy se considerarían mobbing o acoso. Eran estudiantes de medicina, ¡futuras doctoras! Si eres joven te rebelas contra algo así, ves que eso no puede continuar de esa manera. Por eso empecé, sin darme cuenta, a ser un defensor de los derechos de la mujer. Me horroriza el machismo y me horroriza el feminismo. Yo creo en la justicia social y hemos avanzado mucho, pero a la mujer aún le queda mucho camino por recorrer.
Médico y profesor, da conferencias, organiza mesas redondas, escribe artículos, libros… tiene afán de divulgar, de compartir sus conocimientos. ¿Cuál es su mensaje principal?
Lo que le he dicho antes, ser coherente con las ideas que tenía a los 18 años. A mí ya no me pueden cambiar, continuaré al pie del cañón mientras pueda.
¿Cuál es su ópera preferida?
Nabucco. Porque me trae muchos recuerdos. Me gustan mucho los coros. Sólo de pensarlo se me pone la piel de gallina. Yo entré muy mal en la ópera, porque era un niño de familia burguesa acomodada. Ir al Liceu era ir a ver a las chicas, nos importaba un bledo la ópera. Pero con mi mujer, Vicky, era diferente, le gustaba mucho, y cuando estaba muy enferma ya no la escuchaba, y me ha costado mucho volver a oír ópera pensando en Vicky, en cómo le gustaba, pero el otro día empecé a oírla otra vez. La música tiene un inconveniente terrible, para mí, arrastra tus sentimientos y no puedes estar haciendo otra cosa, no puedes estar escribiendo y escuchando a la vez, tienes que escucharla plenamente, y tiene una enorme ventaja y es que acerca a los pueblos. Si oigo una samba tengo ganas de bailar samba, si es un pasodoble, también quiero bailar un pasodoble y cuando en casa estamos todos, me gusta poner un disco y bailar todos.
¿Qué vio ayer en la tele?
Nada. Ayer fui a cenar con mi hija y Albert Om. Anteayer vi un programa fantástico, un documental sobre la segunda Guerra Mundial con imágenes filmadas por los propios soldados. Había imágenes sobrecogedoras. También me gusta “Cúentame como pasó” y “El Convidat”, por supuesto.
¿Recomendaría salir fuera, ver mundo?
Sí. Si muchos políticos hubieran salido un poco más, quizás no tendríamos embajadas en el exterior ni sueldos astronómicos y, por otra parte, también recomendaría a los médicos, si algo así fuera posible, que pasasen una enfermedad grave antes de ser médicos.
¿Qué es para usted el amor?
Entrega total. El amor es respetar a la persona, quererla con sus defectos, que si los tiene no tienen porqué molestarte de forma personal. El físico es importante, es cierto. El sexo es entrega total al otro. Después hay una parte del amor que es muy importante y que muy poca gente logra conseguir, que es cuando la persona ya ha cambiado por efecto de las enfermedades y por la vejez… y saber continuar queriéndola, recordando lo que era, y sentir que aún es así.
¿…y el éxito?
Un peligro terrible. Si te lo crees y te crees la imagen que el público ofrece de ti ya estás perdido. El éxito es trabajar cada día.