Salud y medicina
¿Cuánto sabes de tus arterias y tus venas?
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Como introducción, diremos taxativamente que mantener sanas las venas y las arterias –en conjunto, los vasos o el sistema vascular- es la forma más inmediata y elemental de prevenir enfermedades como las del corazón, las demencias e incluso el cáncer. De aquí la importancia que tiene en el correcto funcionamiento de las funciones corporales.
¿Qué es el sistema vascular?
En realidad, para hablar con propiedad el sistema vascular incluye también el corazón, responsable de bombear la sangre por los vasos y por eso se le llama indistintamente vascular o cardiovascular. Venas y arterias: ¿sabes que si se pusieran en línea medirían 160.000 kilómetros, o sea que podrían dar cuatro veces la vuelta a la tierra?
Para explicarlo muy simple y sucintamente: el corazón manda la sangre a los pulmones, donde se carga de oxígeno. De ahí, va por las arterias a las células de todos los rincones del cuerpo, alimentándolas con dicho oxígeno y cargándose del dióxido de carbono que les sobra a las células. De ahí, la sangre vuelve al corazón, que la envía de nuevo a los pulmones, donde suelta el dióxido de carbono y se vuelve a cargar de oxígeno, empezando un nuevo ciclo.
En conjunto, el mal funcionamiento del sistema es la principal causa de muerte en todo el mundo: fundamentalmente, la enfermedad de las arterias coronarias (que son las que alimentan el corazón, que es un músculo) y que causa una de cada tres muertes, y los accidentes cerebrovasculares. La importancia de mantener sano el aparato cardiovascular resulta ya evidente.
¿Qué puedes hacer por tu salud vascular?
Desde luego hay factores que no se pueden modificar, por desgracia. La edad, por ejemplo, que va endureciendo paulatinamente las arterias. O los antecedentes familiares –la genética- de enfermedad cardíaca, en la persona que los tenga.
Pero sí que hay factores de riesgo modificables, cosas que se pueden hacer, y resultan de la mayor importancia. Las más importantes: no fumar y hacer ejercicio. Sencillo, ¿verdad? Pues no debe serlo tanto, porque la mayoría de los accidentes tempranos, ya sean cerebro o cardiovasculares se producen en fumadores y en personas sedentarias.
En esta web insistimos constantemente (y lo seguiremos haciendo) en que fumar es lo peor que se puede hacer por la salud. O, dicho en positivo, que dejar de fumar es la decisión más inteligente, cara a la salud, que se puede tomar. Y lo mejor es que desde el mismo momento en que apagas el último cigarrillo los factores de riesgo empiezan a disminuir, hasta llegar a ser casi, casi, los mismos que tiene una persona que nunca haya fumado.
En cuanto al ejercicio… tampoco es nuevo en este website. No hablamos de correr maratones ni nada parecido, sino de media hora diaria de caminata, cinco días a la semana. Una caminata a paso un poco ligero, que te haga sudar y que mueva el corazón. Esto es lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. También hay cosas más rutinarias que ayudan: subir por las escaleras en vez de utilizar el ascensor o bajar del autobús un par de paradas antes de tu destino, y caminar el resto.
Vistos los dos factores clave, otros que deben tenerse en cuenta es evitar el estrés, dormir bien, controlar el colesterol, el azúcar en sangre, la tensión arterial y el peso. El médico de familia será quien considere los factores en su conjunto, actuando de la manera que considerará adecuada en cada caso.
¿Puede ayudar la dieta?
Claro que puede. De nuevo se puede resumir muy simplemente: comer mucha fruta y verdura, evitar el exceso de azúcares –hidratos de carbono- limitar la sal, evitar los alimentos procesados y cuidar la ingesta de grasas.
Como norma, se deben evitar las grasas saturadas (procedentes de animales, como la mantequilla o la de la carne), y sí consumir las grasas no saturadas, como el aceite de oliva virgen, las procedentes de frutos secos y de los pescados azules: salmón, trucha, arenques, sardinas, anchoas…
Esos factores no modificables…
Quien lo hereda no lo hurta, reza el dicho. Lamentablemente los problemas vasculares tienden a darse por familias. Pero, visto en positivo, es precisamente en los casos de antecedentes familiares en que cobra más importancia controlar lo que acabamos de ver: el perfil de riesgo puede bajar drásticamente.
Se puede heredar un colesterol elevado: la hipercolesterolemia familiar, lo llamamos. Pero hoy día el colesterol se puede mantener a raya. Y lo mismo sucede con los demás factores. El resumen es que se puede mantener una excelente salud vascular hasta la vejez.
¿Conviene hacerse un chequeo?
Desde luego que sí: por seguir con los dichos, más vale prevenir que curar. Hay cosas muy simples: la presión arterial (la tensión), que conviene medirse varias veces al año (en cualquier farmacia…) y el peso. No se debe estar gordo, es malo para la salud. En la mayoría de los casos no es necesario ir mucho más allá. Claro que hay gente con el colesterol elevado, como hablábamos, que el médico de familia, como decíamos, deberá controlar con los análisis de sangre que considere oportunos.
También puedes tener síntomas de enfermedad cardiovascular. Pueden ser dolor en el pecho tras o durante un esfuerzo, falta de aliento o fatiga anormal después de un mínimo ejercicio o palpitaciones. De nuevo será el médico de familia quien trate estos casos, derivando al paciente al cardiólogo para que realice las pruebas pertinentes.