Ejercicio, Vida Sana

¿Cómo ayuda la podología en el deporte?

La podología deportiva se ocupa del diagnóstico, la prevención y el tratamiento de las posibles alteraciones que pueden afectar al pie de un deportista, en función de prevenir y reducir las lesiones derivadas de cada deporte y optimizar el rendimiento. Hablamos con el doctor Xavier Noguer, especialista en podología del Centro Médico MGC, sobre la relevancia del podólogo en el área deportiva.

¿Cuál es el objetivo de la podología deportiva? La podología deportiva tiene el objetivo de optimizar y adecuar las estructuras anatómicas del pie y el aparato locomotor para conseguir una práctica deportiva eficiente y, de esta manera, evitar posibles alteraciones que puedan convertirse en lesiones.

Debemos tener en cuenta que los pies son la base que sustenta todo el cuerpo y la parte que inicia el movimiento. Cualquier alteración de las estructuras o una absorción de impactos insuficiente en salto o carrera puede repercutir en toda la cadena cinética afectando a otras articulaciones y, en general, al rendimiento deportivo.La podología deportiva debe entenderse como una parte de un equipo multidisciplinar que, en función de evitar las lesiones del deportista, debe complementarse con fisioterapia deportiva, medicina deportiva y traumatología.

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¿Cómo puede ayudar un podólogo a tener un rendimiento deportivo óptimo? Lo primero que hacemos es una adaptación a partir de un estudio del gesto deportivo. Según la práctica deportiva que se haya elegido, analizamos el gesto, la forma de hacer, la manera de correr y el modo de moverse de la persona. Se trata, por un lado, de observar y analizar al paciente mediante estudios biomecánicos, tanto en estática como en sedestación, caminando y practicando el deporte en vivo y en directo, ya que una buena filmación del deportista ayuda a determinar su estilo de correr de forma exacta. Después se debe analizar el tipo de pisada, si el pie es pronador, supinador o neutro, y analizar las estructuras superiores, como la estructura escapular, la espalda y la cintura pélvica.

A partir de ahí y del análisis del terreno donde se suele desarrollar la práctica deportiva, tenemos la capacidad de adecuar todo el equipamiento necesario del deportista: cuál es el calzado más apropiado y si es necesario el uso de apoyo plantar para evitar la pronación dolorosa y otras complicaciones, como sobrecargas y dolores musculares. Hacemos todo un análisis general para poder adecuar este material a la dinámica del pie y, además, poner énfasis en el hecho de que el mismo deportista conozca los riesgos del deporte que está practicando para que sea él mismo el responsable de su salud.

¿Qué lesiones son las más frecuentes? En general, podemos hablar de tres tipos de lesiones deportivas frecuentes: lesiones de las partes blandas, de la estructura plantar y las que resultan como consecuencia de estas lesiones en las estructuras superiores.

1. Las lesiones de las partes blandas son, por ejemplo, los trastornos de las uñas, la bursitis y la hiperqueratosis.

Los hematomas que se forman debajo de las uñas son consecuencia del microtraumatismo del pie con el calzado, sobre todo cuando el deportista va en bajada. Si el calzado no está bien atado, se produce un microtraumatismo continuado que origina un líquido seroso, a veces hemático, que finalmente hace que se forme un hematoma debajo de la uña que puede causar dolor.

¿Qué podemos hacer para prevenirlo? De entrada hay que atarse bien las zapatillas, llevar un calzado a medida y evitar el deporte continuado en zonas de gran bajada. Por ejemplo, los montañeros que hacen subidas de grandes picos con mucha frecuencia y con grandes desniveles, deben tenerlo muy en cuenta, incluso por si tienen que cambiar la manera de actua

podólogo

La bursitis sería una consecuencia de llevar calcetines que, por la fricción constante con la estructura, hace como una quemadura en el pie. Para evitar esa lesión debemos elegir calcetines especiales, que sean muy adaptables al pie, que eviten la fricción, y llevar el calzado bien atado. Debemos tener en cuenta que, con un poco de prevención, hay muchos problemas que se pueden llegar a evitar.

Las durezas o hiperqueratosis se producen por movimientos continuados sobre las estructuras del pie, sobre todo por un apoyo excesivo o por el roce de los dedos cuando se montan los unos sobre los otros. Si el calzado aprieta mucho, puede provocar presión y una herida en el dedo de al lado o una hiperqueratosis, un callo.

¿Como se soluciona? Podemos evitar toda estas patologías de las partes blandas utilizando unos calcetines y un calzado más adecuados que eviten el roce continuado, y utilizando componentes como la vaselina, un separador o una protección en esta zona.

2. Entre las lesiones de las estructuras óseas son muy frecuentes las sobrecargas de los metatarsianos (la zona de las almohadillas del pie), que producen un dolor localizado en la planta del pie. Suele darse en atletas y personas que practican deportes de alto impacto y que llevan un calzado con una suela muy delgada, o en bailarinas clásicas que soportan mucho peso de puntillas. La presión extra del suelo y los pequeños traumatismos continuados y golpes en esa zona causa un dolor que se traduce en metatarsalgia o sesamoiditis (cuando la sobrecarga es en la parte del sesamoideo del primer dígito metatarsal).

Para solucionar este problema se debe buscar un calzado con una superficie más gruesa que pueda amortiguar todo este impacto, sobre todo en los corredores, personas que están haciendo atletismo, running, atletismo de competición o carreras rápidas, donde se sobrecarga mucho la parte delantera del pie.

La fascitis plantar es otra lesión común en los deportistas. Consiste en la inflamación de la fascia plantar, que es el tejido elástico de la planta del pie que se extiende desde el calcáneo hasta la zona metatarsal y tiene la función de mantener el arco plantar, absorber y devolver la energía que se genera cuando el pie impacta contra el suelo. Se produce por la poca elasticidad de la fascia plantar o por un desequilibrio de la musculatura posterior de la pierna hacia la musculatura plantar o la fascia plantar. Cuando se da este desequilibrio en el que la musculatura posterior estira mucho y la fascia plantar también, una parte ósea del pie, el periostio, se inflama, se calcifica y pueden aparecer espolones tanto en la cara plantar como en la parte dorsal o en el la del tendón de Aquiles.

3. Dependiendo de la biomecánica y de la manera que una persona corra, camine o practique un deporte, se pueden producir lesiones en las estructuras superiores de la planta del pie, como los esguinces de repetición del tobillo (alrededor de un 60-70% de las lesiones del deportista son debidas a esguinces de repetición, dependiendo si el pie trabaja de manera neutra, pronadora o supina). Una pronación acentuada puede llegar a ocasionar trastornos en las rodillas, trastornos de menisco, trastornos de la rótula y otros que afectan a las estructuras anatómicas superiores.