Salud y medicina

4 mitos sobre el cáncer de piel que debes olvidar

Pareja al sol

Básicamente, hay dos clases de cáncer de piel: los carcinomas (de dos tipos, espinocelular y basocelular) y el melanoma. En España se diagnostican alrededor de 150.000 casos anuales (datos de 2016 de la Academia Española de Dermatología y Venereología), que matan a más de 600 personas cada año.

Por clases, y siempre según la Academia, alrededor de 145.000 pacientes sufrieron un carcinoma y a cosa de 4.000 se les diagnosticó un melanoma, que es el más letal de todos. Más del 98% de los fallecimientos por cáncer de piel se deben al melanoma.

Y el caso es que una gran mayoría de ellos se podrían haber evitado con la adecuada prevención, lo que es una buena noticia para ti: en gran medida está en tu mano asegurar convenientemente tu propia piel.

En cuanto a los mitos… Por ejemplo, demasiada gente piensa que el cáncer de piel es cosa de quienes tienen lunares, lo cual es una equivocación. A continuación desmontamos esta creencia y algunos otros mitos sobre el cáncer de piel.

1. Lo que más hay que proteger del sol es la cara

La mayoría hacemos eso: bien de crema en la cara, los hombros y la espalda, y al sol con tranquilidad. Y esto NO es suficiente. La mayoría de los cánceres de piel, con independencia del tipo que sea, se presentan en otras partes del cuerpo. Varios estudios señalan que las piernas y el tronco son las zonas “preferidas” del cáncer. Y menos del 15% se manifiestan en la cara o en la parte superior de la espalda.

Dicho de otro modo: tienes que protegerte por igual todo el cuerpo, incluyendo los brazos, las piernas y el torso.

2. Todo empieza con un lunar

Hace unos pocos meses salió a la luz un estudio, del que los medios se hicieron mucho eco, según el cual quienes tenían 11 o más lunares en el brazo tenían una probabilidad nueve veces mayor de tener 100 o más lunares en todo el cuerpo y que los que tienen 50 o más lunares tienen mayor riesgo de padecer un melanoma.

Esto no está mal como guía para las personas con lunares y les proporciona algún motivo adicional para cuidarse la piel; pero no quiere decir que el hecho de contarse los lunares sea controlar el riesgo. La experiencia nos dice que no más de entre el 20 y el 40% de los melanomas se producen a partir de lunares existentes.

Las personas sin lunares también desarrollan cáncer de piel, en resumen. Cualquier cambio en la textura de la piel, con o sin variación de color, si una zona se muestra especialmente sensible o irritable, (ya sangre o no), o si simplemente no vuelve a la normalidad en un plazo razonable, requiere la visita a un dermatólogo para que determine de qué se trata.

3. Los más morenos no tienen cáncer de piel

Las personas más blancas de piel son más susceptibles de tener cáncer de piel, es cierto. Pero esto no significa que los morenos estén libres de riesgo. El cáncer se presenta en todos los tipos de piel y, de hecho, en una piel más oscura puede tardar más en detectarse. Las lesiones cancerosas se disimulan mejor en las pieles más oscuras porque son menos evidentes.

Todos, con independencia del color o tonalidad de piel nos deberíamos proteger a fondo, tal como explicábamos en el punto 1.

4. Estoy a salvo: como me protejo bien del sol…

Lo malo del sol es que sus efectos se acumulan. Hace unos años solías freírte al sol (o, peor aún, en una cama de bronceado) y estar moreno ya en primavera… Pero ahora, puesto en guardia por el bombardeo de información acerca de los efectos perniciosos del sol, usas crema protectora de factor 30, te metes bajo la sombrilla y ya está todo hecho.

Sí, haces bien, nunca es tarde para empezar a protegerte; pero debes ser consciente de que todo ese tiempo expuesto al sol conlleva un precio: los efectos del sol y sus rayos ultravioleta (UV), repetimos, se acumulan en las diferentes capas de la piel. De modo que presta atención, porque pueden aparecer más adelante: arrugas, pigmentaciones o coloraciones irregulares y alteraciones de la elasticidad natural de la piel. Ya sabes: cualquier cambio anómalo, mejor que lo vea un dermatólogo.