Salud y medicina

El síndrome del ojo seco

Qué es el síndrome del ojo seco                  

Llamamos así al trastorno que se produce cuando las glándulas no producen suficientes lágrimas como para mantener el ojo húmedo.

Distinguimos dos tipos de trastorno:

Ojo seco acuodeficiente, que es el debido a una insuficiente producción de lágrimas acuosas.

Ojo seco evaporativo, en que hay una disminución de la capa lipídica de las lágrimas, dejándolas más expuestas a la evaporación; o bien una mayor evaporación de esta capa lipídica, fundamental para mantener húmedo y lubricado el ojo.

Qué síntomas produce

Este trastorno puede provocar los siguientes síntomas:

  • Sensación de tener un cuerpo extraño, o arenilla, en los ojos
  • Picor o escozor. Ojos enrojecidos
  • Pinchazos oculares
  • Pesadez en los párpados
  • Sensibilidad excesiva a la luz, con visión borrosa

También puede producirse un paradójico exceso de lagrimeo, debido a un esfuerzo reflejo del ojo por compensar esa falta de hidratación.

Cuáles son las causas del síndrome. Factores de riesgo

Hay muchas causas y factores de riesgo para el síndrome:

  • Tener más de 50 años.
  • Atrofia senil del lagrimal
  • Ser mujer
  • Ser mujer menopáusica
  • Utilizar lentillas (lentes de contacto)
  • Traumatismos oculares (golpes, etc.)
  • Algunas carencias alimentarias, como ingerir poca vitamina A, o pocos ácidos grasos omega-3
  • Efectos secundarios de algunos medicamentos Antihistamínicos, diuréticos, betabloqueantes, opiáceos, etc.
  • Infecciones (HIV; hepatitis B, tuberculosis, sífilis)
  • Padecer determinadas enfermedades autoinmunes, como el síndrome de Sjögren (un trastorno que provoca disminución de saliva y de lágrimas) o el lupus, una enfermedad en que el cuerpo ataca por error determinados órganos propios (riñones, pulmones, etc.)
  • Trasplantes de médula ósea.

Cómo se diagnostica

Dado el carácter de la enfermedad, que puede ser causada por muchos factores, es fundamental determinar cuáles son los que influyen en cada caso, de modo que el paciente pueda recibir el tratamiento más adecuado posible.

El oftalmólogo dispone de determinadas pruebas y exploraciones para diagnosticar. Los más frecuentes son:

  • Medición del volumen de lágrimas mediante el test de Schirmer, en que se utiliza un papel absorbente que recoge las lágrimas en un determinado tiempo
  • Medición de la estabilidad de la lágrima (de la película lagrimal que recubre el ojo), mediante un tinte que revela las zonas que se secan
  • Test de osmolaridad lagrimal, que mide la inflamación en la superficie ocular
  • Detección de posibles alteraciones en las glándulas lipídicas (las glándulas de Meibomio) para evitar la posible evaporación lagrimal

Tratamiento del síndrome

Es muy variable, y depende lógicamente de la enfermedad subyacente al trastorno, si esta existe. Resulta crucial para el paciente paliar los síntomas que pueden resultar muy molestos y limitar la calidad de vida.

Lo más importante es mantener hidratada la superficie ocular. En las farmacias se venden “lágrimas artificiales”, que no necesitan receta. Deben reunir las características siguientes:

  • No tener conservantes
  • Deben tener capacidad humectante
  • Deben estabilizar la película lagrimal
  • No deben ser viscosas, para evitar visión borrosa

También existen geles y ungüentos con efectos humectantes, igualmente dispensables sin receta en las farmacias.

Los casos más extremos podrían requerir medicamentos más potentes, dirigidos a que el ojo produzca mayor volumen lagrimal. Si el origen del trastorno es inflamatorio, el médico podría indicar corticoides, que logran inmunosupresión local. También se podría indicar la Ciclosporina A, que inhibe las células que afectan a la inmunización.

Si el origen del trastorno es infeccioso, el médico podría indicar la conveniencia de antibióticos (tetraciclinas) vía oral. Igualmente, si el trastorno procede del uso de un medicamento, el médico podrá indicar la sustitución por otro diferente que no tenga ese efecto secundario.

Si el problema está en una anómala debilidad de los párpados inferiores, lo que puede provocar un drenaje demasiado rápido del ojo. En este caso, el médico podría sugerir una intervención quirúrgica para devolver los párpados a su estado correcto.

Como regla general, se recomienda extremar la higiene del ojo, mediante productos comerciales adecuados, capaces de paliar los problemas de los trastornos de las glándulas de Meibomio.

Igualmente, se recomiendan los cambios adecuados en los estilos de vida. Por ejemplo, los siguientes:

  • Evitar ambientes muy secos. Si fuera posible, un humidificador puede evitar la sequedad ambiental
  • No pasar mucho tiempo ente el ordenador o las pantallas. Descansar con frecuencia en caso de que sea imprescindible
  • Evitar ambientes con humo o aire acondicionado. El viento favorece la evaporación de las lágrimas
  • Beber mucha agua
  • Dormir bien.

Bibliografía:

American Academy of Ophthalmology: el ojo seco